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MENORCA TALAYOTICA

El legado monumental de la cultura talayótica que se preserva en Menorca acaba de convertirse en Patrimonio Mundial. El gobierno balear había presentado su candidatura hace una década bajo el lema «Menorca Talayótica. Una odisea ciclópea insular», con el deseo de dar a conocer al mundo este patrimonio arqueológico y ayudar a conservar la huella talayótica que pervive en la isla. La incorporación se ha dado a conocer durante la 45º reunión del Comité de la Unesco celebrada en Riad (Arabia Saudí). El conjunto arqueológico menorquín pasa a ser el Bien Cultural número 50 reconocido como Patrimonio de la Humanidad de España. El camino de los monumentos talayóticos para formar parte de la Unesco se inició en 2010 con la puesta en marcha de la candidatura por parte del Consell de Menorca, que contaba con el apoyo del gobierno de les Illes Balears y del Ministerio de Cultura y Deporte español. Sin embargo, no fue hasta una década más tarde cuando la iniciativa se presentó formalmente durante la celebración del Consejo de Patrimonio Histórico del Ministerio de Cultura de 2020. Ahora, la novedad ha sido la elección de Menorca prehistórica como Patrimonio Mundial, que contó con el respaldo de ICOMOS (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios), organismo consultivo no gubernamental asociada a la Unesco, que otorgó su validación final a la inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial. Según el criterio de ICOMOS, la candidatura de «Menorca Talayótica. Una odisea ciclópea insular» posee «un valor universal excepcional.... y cumple con los requisitos de integridad y autenticidad necesarios...», conceptos clave para formar parte de la prestigiosa lista de Naciones Unidas. Esta Menorca prehistórica (1600 a.C.-123 a.C.) es como una crónica de esta cultura que, con un esfuerzo titánico, consiguió levantar multitud de construcciones ciclópeas en una pequeña isla del Mediterráneo. La declaración está formada por nueve áreas territoriales (cerca del 5% insular) que engloban 280 yacimientos de época prehistórica, donde se pueden contemplar los vestigios más importantes de esta civilización. En conjunto, estos sitios arqueológicos y sus paisajes asociados brindan una ventana a las culturas insulares arcaicas de esta región del Mediterráneo occidental. Y son el bien número 50 de los declarados Patrimonio Mundial en España, lo que hace de nuestro país uno de los más reconocidos en la Unesco por la variedad, riqueza y calidad del legado que posee. Mucho tiempo antes de que la belleza de las playas y la campiña interior convirtiera Menorca en el gran destino turístico que es actualmente, las culturas prehistóricas ya habían descubierto las posibilidades de esta isla mediterránea. Sus yacimientos son testigos mudos de la presencia en la isla de comunidades prehistóricas, desarrollada desde la Edad del Bronce (1660 a.C.) y la del Hierro final europea (123 a.C.). La cultura talayótica toma su nombre de las características construcciones, los talayots, que dejó repartidas por unos 700 km2 de Menorca. Se trata de estructuras con una ligera forma cónica que la mayoría de arqueólogos coinciden en describir como antiguas atalayas. En ellas se superponen bloques de piedra de gran tamaño, en una organización espacial que sugiere la presencia de una sociedad jerárquica, además de una existencia de redes con posibles significados cosmológicos. Otras construcciones características de la cultura talayótica de Menorca son las navetas, recintos en forma de nave invertida y en ocasiones con planta circular, que eran monumentos funerarios colectivos. También pueden verse santuarios de taula, edificios de planta de herradura, con dos bloques de piedra colocados en forma de «T» y situados en el centro de la construcción. Se cree que desempeñaban una función ceremonial. Por su lado, los hipogeos eran curvas artificiales y viviendas con techos sostenidos por pilares. Ahondar en el pasado talayótico de la isla constituye una de las maneras más interesantes de conocer el olvidado interior menorquín, pues sus poblados fueron levantados lejos de la costa, una posición más fácil de defender que frente al mar. Existen más de mil yacimientos en todo el territorio isleño, por ello resulta casi imprescindible escoger cuál visitar. En la zona oriental se localizan los asentamientos de Torre d'en Galmés –el mayor de la isla–, Torralba d'en Salort, Talatí de Dalt y Trepucó. Y en la parte oeste aguardan los vestigios de Sa Naveta des Tudons, Son Catlar, Torrefullada y la necrópolis de Cala Morell. La ruta para visitar estas construcciones únicas constituye una experiencia telúrica que nos conecta con la Menorca más primitiva. 

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