Castillos, Fortalezas y Torres
Por su situación geográfica Menorca ha sido una isla muy codiciada por las diferentes culturas desde la prehistoria, convirtiéndose en un punto muy importante en las rutas marítimas y comerciales. Después de la época talayótica, griegos, púnicos, íberos, romanos, vándalos y bizantinos llegaron a la isla a lo largo de los siglos. En el año 903 los musulmanes se instalaron en la isla hasta la conquista del rey Alfonso III de Aragón en 1287. En el siglo XVI sufrió ataques de piratas otomanos, y durante el siglo XVIII fue conquistada y reconquistada por británicos, franceses y españoles, hasta que en 1802 volvió a la soberanía española.
Visitar las edificaciones que construyeron para defenderse las diferentes poblaciones que conquistaron la isla, es sumergirse en su historia. Una forma fascinante de descubrir los diferentes vestigios del pasado, entender e imaginar cómo vivieron y se defendieron las diversas culturas, los acontecimientos importantes que tuvieron lugar.
En 903 Menorca fue anexionada al Califato de Córdoba. Y durante los años que estuvieron en la isla, los árabes construyeron un castillo en la cumbre de la montaña de Santa Águeda, en el término de Ferreries, sobre un antiguo castro romano. Su construcción tuvo lugar entre los siglos X y XIII, aunque se desconoce la fecha exacta. Con 264 metros de altura, es el tercer punto más alto de la isla, el castillo proporcionaba una vista panorámica para el control del territorio, sobre todo, de los puertos de la costa norte.
En 1278, cuando Alfonso III de Aragón conquistó Menorca, el castillo fue el último punto de resistencia de los árabes. Más adelante, el castillo fue destruido durante el reinado de Pedro IV de Aragón. Actualmente, las ruinas del castillo están cerradas, pero las vistas desde allí son impresionantes.
El puerto de Maó, por sus dimensiones, su privilegiada situación y sus características, fue uno de los más deseados del Mediterráneo. Fue un punto de escala marítima entre España y sus posesiones italianas; durante el dominio británico fue el puerto de apoyo de la escuadra británica en el Mediterráneo, y después se encontró en el centro de las travesías que unían la ruta francesa de Tolón a Argel y la inglesa de Gibraltar a Malta.
Por eso, es en el puerto de Maó donde están las fortalezas más grandes de la isla.
En la orilla sur de la bocana del puerto, encontramos los restos del Castillo de Sant Felip. Se levantó a mediados del siglo XVI, con el objetivo de proteger la isla de los ataques turcos que había sufrido con anterioridad. Se fue ampliando durante las sucesivas dominaciones británicas hasta convertirse en una de las fortificaciones más importantes de la época en el Mediterráneo. Fue una de las primeras fortificaciones de estilo abaluartado construidas en España. El castillo facilitó la comunicación española con Italia y, durante la ocupación británica de la isla, sirvió como arsenal naval de apoyo a Gibraltar.
Pero en 1782 España recuperó la soberanía de Menorca y el rey Carlos III ordenó la demolición del castillo.
Entre 1720 y 1726, los británicos construyeron un pequeño fuerte en la cala Sant Esteve, en el lado sur de la bocana del puerto de Maó, con la intención de proteger la parte sur del castillo de Sant Felip. El Fuerte Marlborough tiene forma heptagonal y esta rodeado por un gran foso excavado en la roca. El lado norte comunicaba, a través de un foso y un túnel subterráneo, con el castillo de Sant Felip.
Fue parcialmente destruido por los españoles en 1782, y durante la última dominación británica (1798-1802) fue reconstruido con algunas modificaciones.
Ya en 1850, bajo el reinado de Isabel II, se empezó a construir una fortaleza en frente del que había sido el Castillo de Sant Felip, en la península de La Mola. Esta fortificación se levantó con el objetivo de defender el puerto de Maó y como base de operaciones de las fuerzas del ejército en la isla.
Para construirla, se aprovechó una antigua fortificación de la última dominación británica. Y la Fortaleza Isabel II, popularmente conocida como La Mola, se inauguró en 1852, aunque su construcción no finalizó hasta 1875, cuando ya había quedado obsoleta debido a los avances en la tecnología de la artillería. Así, en 1896 se inició una nueva fase de construcción y se instalaron una serie de baterías defensivas más modernas.
La fortaleza nunca ha sido atacada, por lo que se mantiene en buen estado de conservación. La espectacular construcción ofrece unas maravillosas vistas y alberga rincones secretos e interesantes curiosidades por descubrir.
Durante los siglos XV i XVI se construyeron una serie de atalayas en zonas costeras para alertar de la llegada de barcos piratas, durante una época muy convulsa en el Mediterráneo. Muchas de estas torres han desaparecido o están en mal estado, pero se pueden visitar la atalaya de Monte Toro, la de Binisermenya (en Maó) o la de Artrutx (en Ciutadella).
Entre los siglos XVII y XIX, españoles, ingleses y franceses construyeron una serie de torres a lo largo de la costa, en lugares elevados y con buena visibilidad, con la finalidad de vigilar y defender la isla de los ataques enemigos e incursiones piratas.
Localizado estratégicamente en el puerto de Ciutadella, el Castillo de Sant Nicolau fue construido por los españoles entre 1680 y 1682. Esta torre, protegida por un foso y con un puente levadizo que conduce a la entrada, tiene una arquitectura diferente a las demás torres defensivas. Su interior tiene forma de bóveda, es donde se guardaba el armamento y los alimentos, y servía como guarida para los soldados. En la parte superior hay una terraza que servía como zona de vigilancia y ataque.
La Torre de Fornells es una de las más grandes de Menorca. Fue construida entre 1801 y 1802, bajo la ocupación inglesa de la isla, con el objetivo de vigilar el Puerto de Fornells e impedir el desembarco enemigo y su posible ataque al Castillo de Sant Antoni. La Torre tiene cuatro niveles: una cisterna excavada en el subsuelo, una planta baja donde se almacenaban las armas, municiones y alimentos, una primera planta donde se alojaba la guarnición y una planta superior, la plataforma de la artillería, con un pequeño horno que se usaba para calentar las balas de cañón que se lanzaban a los barcos enemigos, con el objetivo de que se incendiaran.
Todavía hoy encontramos muchas torres de defensa repartidas alrededor de la isla que se encuentran en buen estado o han sido restauradas y se pueden visitar como la Torre d’Alcaufar, la Torre de Sanitja o la Torre de Son Ganxo, entre otras.